Se acaba el año y vamos a estrenar uno de aquí a nada.
La versión resumida de mi mayor deseo, en la imagen superior.
A continuación me recreo en los detalles:
Que los cuerpos se llenen de mimos y rebosen carantoñas,
que las pieles se colmen de caricias y se acostumbren a la ternura.
Proporcionemos a los cuerpos experiencias de placer, ternura y sostén.
Que se nos grabe en la memoria de cada célula:
hay tiempo, espacio y derecho al amor,
para sentirlo y compartirlo.
Bienacostumbremos y biencriemos a bebés, niños, niñas...
Acostumbrémosles (y acostumbrémonos) al amor,
al contacto suave y tierno de una caricia,
a la calidez y acogida de un abrazo.
Que cada célula y cada aliento tengan su propia reserva amorosa
para que cuando salgan al mundo, tantas veces hostil, miserable y abrumador,
recuerden experiencias reparadoras y acogedoras.
Que la memoria sea tierna
y podamos recordar que hay tiempo, espacio y derecho al amor.
Que los cuerpos sepan lo que es ser sostenido, mimado, tenido en cuenta,
y sepamos hacer el camino de vuelta al hogar, cálido hogar,
para reponer fuerzas y salir de nuevo a ese mundo tantas veces incomprensible.
Porporcionemos experiencias de placer,
calidez,
respeto
respeto
y ternura.
Dejemos constancia de que
hay tiempo, espacio y derecho al amor.
¡Mis mejores deseos para este 2019 que empieza!