miércoles, 1 de noviembre de 2017

Niñas y niños de su presente

Se suele decir que las niñas y niños de hoy son el futuro. Y esto es un sí, y es un no. Niñas y niños lo son de su presente, es su día a día lo que les pertenece. A todas las personas nos pertenece nuestra cotidianidad, pero a los adultos se nos difumina entre los quehaceres, las planificaciones, los recuerdos y el estrés. Nos desconectamos. A las niñas y a los niños aún no les sucede tal cosa: viven en su presente, un instante sucediendo a otro.

Sin duda, si la vida puede seguir transcurriendo, estas criaturas disfrutarán de su futuro. Y seguirá siendo principalmente eso, suyo. Formarán parte de diferentes grupos, de una sociedad, de una o varias familias... Lo harán de la forma que elijan, en la medida que puedan. Con las actividades que desarrollen en diferentes ámbitos tendrán repercusiones en la vida de otras personas, quizá en la organización y economía de los estados a los que pertenezcan, en la transmisión de los valores sociales y culturales a siguientes generaciones...
Y siendo cierto de que formarán parte de la sociedad futura, a veces nos olvidamos de su presente, de su día a día, de cada uno de los momentos que viven intensamente. Tanto nos fijamos en su participación en la vida de los próximos años que muchas veces les ponemos una carga enorme a su espalda: son el futuro, son la esperanza. Cuando decimos esto, ¿de qué estamos hablando? ¿Estamos hablando de que nos paguen las pensiones o de que establezcan relaciones respetuosas, cuidadosas y honestas? ¿Nos referimos a que se hagan responsables de nuestras vejeces y nuestras enfermedades? ¿O estamos queriendo eludir nuestra responsabilidad en el necesario cambio de sociedad, pretendiendo que sean ellas y ellos quien, en su futuro, lo hagan?
Dejando de verles presentes y fantaseando en cómo formarán parte de la sociedad del mañana, les responsabilizamos con algo que no están eligiendo. De tanto pensar en ese futuro, no nos permitimos acompañar su día a día a través de su mirada, pendientes de su ritmo... y les vamos aleccionando para que aprendan a formar parte de algo que aún ni siquiera conocen.

Estoy plenamente convencida de que realizar un cambio en los patrones sociales y culturales es imprescindible; es una responsabilidad de las personas adultas, no de niñas y niños, y es además una responsabilidad ineludible teniendo en cuenta el panorama actual: vivimos en un mundo donde se vulneran los derechos humanos constantemente, se desprecia y descuida la naturaleza, fomentamos un ocio de consumo, naturalizamos la violencia en las relaciones, nos desconectamos de nuestra propia vida emocional y corporal para entrar a formar parte de la cadena que perpetúa todo esto. Es momento (siempre lo es) de poner conciencia a cómo nos relacionamos, cómo vivimos, y de pararnos a ver si llevamos la vida que queremos. De la misma forma en que decía que las niñas y los niños tienen derecho a vivir su presente, las personas adultas tenemos el derecho y la responsabilidad de vivir el nuestro. Nuestra vida es nuestra responsabilidad.

Por otro lado, asumiendo la posibilidad que serán ellas y ellos quienes construyan el futuro de los seres humanos, ¿les estamos dando efectivamente herramientas o modelos para que puedan hacer un cambio en la sociedad? Somos las adultas quienes presentamos el mundo a los pequeños y...
... si ofrecemos la televisión sin filtro (con su información sesgada, su publicidad, sus modelos de relación en series y películas), conectada permanentemente;
... si chantajeamos o premiamos con la alimentación como "herramienta educativa";
... si no nos paramos a escuchar con interés que se aburren en el colegio, o que allí no se sienten bien, o que no entienden qué hacen allí;
... si nos burlamos cuando se caen, o no dejamos que se caigan nunca;
... si confundimos autoridad con autoritarismo, o amor con permisividad;
... si somos incapaces de acompañar sus procesos de desarrollo sin dirigir cada uno de sus pasos, sin castigar sus deseos, sin validar sus opiniones;
... si no somos capaces de poner límites o sostenerlos;
... ¿qué futuro crearán? Seguramente no difiera mucho de este presente enfermo en el que estamos, del que nos quejamos y queremos que ellos cambien porque para nosotros ya es muy difícil. Ellos y ellas que aún no están condicionados, que son más puros, seguro que lo tienen más fácil. Como en cualquier caso tendrán su propio proceso de socialización de la mano de las personas adultas que tengan alrededor, ¿qué tal si somos nosotras y nosotros quienes realizamos una reflexión, una toma de conciencia? ¿qué tal si les proveemos de herramientas y modelos que permitan otra vida?
No es cuestión de realizar clases magistrales de cómo debería ser el mundo, sino de cuestionarnos, de parar a pensar y elegir, cada día, formas de relación que favorezcan la felicidad y el desarrollo de cada una de las personas inmersas en dicha relación. Somos responsables de favorecer un entorno que facilite un despliegue de toda su persona, con salud, con amor, con autonomía, con respeto. No hay necesidad de mirar al futuro; reflexionando y eligiendo qué presente queremos, cómo queremos vivir y compartir, cómo nos queremos comunicar en cada momento, ya estamos cultivando para el mañana.

Todo eso sucede hoy, el camino siempre empieza ahora.


4 comentarios:

  1. Felicidades por el artículo! Por darnos la oportunidad y reflexionar y poner la atención en los niños/as. Un gran aprendizaje. Gracias!

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    1. ¿Gracias Raquel!
      Me siento afortunada de poder reflexionar a diario en mi trabajo. ¡Aprendo tanto!

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