miércoles, 24 de junio de 2020

Publicidad, cansancios y Gestalt

Hace unos días pasé en coche junto a una marquesina de autobús que hacía tiempo que no veía y me llamó tanto la atención que cambié de sentido para poder mirarla de nuevo. No sé si el cartel publicitario lleva ahí mucho o poco tiempo, para mí era totalmente nuevo y fue un impacto.




"¿Hay días que te sientes bufff?" y la imagen de una mujer con una cara de cansancio tal que podría ser que el llanto no tardara en aparecer. Sobrepasada. En seguida recordé la publicidad que durante años y años veía al entrar a la estación de Atocha. Una mujer tumbada en la rama de un árbol. "¿Cansada de estar cansada?"




Buscando la imagen que tantas veces vi para poder ponerla aquí encontré una publicación de una revista de las llamadas para mujeres, perteneciente a un importante grupo de comunicación que engloba a distintos periódicos de gran tirada. El titular de esta publicación era
"no eres perfecta, tienes derecho a estar cansada". ¿¿¿Cómo???


Si bien un producto está más dirigido para el estado de ánimo y el otro para el cansancio físico, ambos anuncios tienen notables paralelismos:


· se trata en los dos casos de productos que no son medicamentos, aunque se refieran a la salud, y hacen referencia más o menos explícita a que es un producto natural. En el primero hay un texto que pone "con ingredientes de origen natural" junto al dibujo de una hoja. En el segundo, en la caja del producto hay escrito "con extractos herbales y zumos concentrados de frutas" junto a la foto de arándanos, grosellas, flores y hojas.  


· las protagonistas de las imágenes son mujeres aparentemente cansadas. En ambos casos aparece una pregunta que interpela directamente a quien ve la imagen; en el segundo caso la pregunta va dirigida de forma directa a las mujeres. (O no... que a lo mejor el lenguaje inclusivo ha avanzado tanto que esta empresa ha decidido usar el femenino para referirse a todas las personas que vean el anuncio... No, ¿no?).


- De la salud y lo natural
En terapia Gestalt hay dos conceptos fundamentales que voy a usar para hacer una lectura en clave de salud de estos anuncios: la autorregulación organísmica y la polaridad contacto - retirada.
La autorregulación organísmica es la capacidad de los seres vivos para satisfacer sus necesidades y llegar al punto de equilibrio. Es bastante similar al concepto de homeostasis. En palabras de Fritz Perls en Sueños y existencia, "el organismo lo sabe todo. Nosotros sabemos muy poco... la intuición es la inteligencia del organismo." Así pues, merece la pena escucharle.
En cuanto a las polaridades, son un elemento clave en el trabajo terapéutico siendo la base, por ejemplo, del trabajo de la silla vacía entre nuestras facetas perseguidora y perseguida. Concretamente, la polaridad de contacto y retirada es nombrada por Paco Peñarrubia como la polaridad fundacional de la terapia Gestalt.  

Uniendo ambos conceptos: con una escucha interna que permita atender a las señales y sensaciones del organismo sabremos cuando estar en contacto y cuando en retirada para encontrar nuestro equilibrio, nuestra autorregulación. Con la sed el ejemplo es claro: al sentir sed me dirijo a una fuente, grifo o botella para entrar en contacto con el agua (beber) y saciar mi sed. Una vez hecho esto, me retiro de esa ingesta de agua, sabiendo que ya ha sido suficiente y que seguir bebiendo puede ser desagradable o incluso pernicioso.
Siendo ésta una necesidad fisiológica muy básica, puede comenzar a haber desajustes en ese contacto y retirada. Por ejemplo ¿iré a por agua si para ello tengo que cruzar por un espacio con personas frente a las que siento vergüenza? Es frecuente que nos interrumpamos en ese ciclo de satisfacción de necesidades (tanto físicas como afectivas), dejando de escuchar señales orgánicas para hacer más caso a algunas emociones y fantasías.

Volviendo a los anuncios que nombran salud y "lo natural", ¿qué pasa con la señal del organismo cuando te pide tumbarte en una rama o sentarte en un sofá? ¿qué pasa si el cansancio es tal que tienes ganas de llorar? ¿No serán acaso señales del organismo que busca regularse ante la situación en la que se encuentra? ¿No será el cansancio un aspecto básico del organismo que frente a esas señales demanda reposo?

Estos anuncios penalizan la retirada para vender algo con lo que poder seguir en contacto con lo productivo, con la relación con otros, incluso con la felicidad. Vivimos en una sociedad en la que prima la actividad y el consumo, en la que estar mirando el techo asusta más que estar mirando la tele; suele haber poco espacio para la escucha interna frente al deber de seguir disponible para lo ajeno.


- De las mujeres y su derecho al cansancio
"No eres perfecta, tienes derecho a estar cansada". Para empezar, un poco de lo anterior: si nombran el cansancio como un derecho con tintes de imperfección, ¿dónde quedan las señales del organismo hablando de lo que necesita? ¿No son acaso perfectas para poder ir hacia lo que precisa en cada momento?
Por otro lado si existe el derecho al cansancio, ¿para qué "remediarlo" con un no-medicamento? "Vale, puedes estar cansada pero que se te pase ya".

Según la Organización Mundial de la Salud "Las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir depresión y ansiedad. La depresión es la causa más importante dentro de la carga de morbilidad femenina, y ello tanto en los países de ingresos altos, como en los de ingresos bajos". España no es una excepción: "Las mujeres refieren algún problema de salud mental con mayor frecuencia que los hombres, 14,1% frente a 7,2%. El 6,7% de los adultos refiere ansiedad crónica, 9,1% de las mujeres y 4,3% de los hombres. La depresión se declara en la misma proporción que la ansiedad (6,7%), y es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%)."

Mayor carga de cuidados en el hogar, mayor dificultad para el acceso al mercado laboral, una estructura social donde todo históricamente vinculado con las mujeres se infravalora, nuestros cuerpos como objetos para la venta y el disfrute ajeno..., ¿y no somos perfectas si nos cansamos? Si descansamos quizá desatendamos alguna de esas tareas que por el reparto desigual de las mismas se han convertido en obligaciones en exclusiva... Así pues, perfecto y bendito cansancio que nos avisa de que ya está bien. Bendita rabia también.


- Salud y responsabilidad

Estos anuncios hacen un llamado a la salud, pero le hacen un flaco favor cuando en vez de promocionarla (por ejemplo aconsejando analíticas para ver cómo están los niveles de vitaminas y minerales en el organismo o promoviendo un estilo de vida saludable), ofrecen un producto que resuelve esos problemas que puede que no sean tales.
Más peligroso sería el caso contrario: que se precise una ayuda real, personalizada y con un seguimiento, y que no se dé el paso para buscarla porque con el uso de estos productos se tiene la percepción de estar ya haciendo algo bueno para una misma.

Obviamente cada persona elige cómo afrontar su vida, según las herramientas disponibles y el deseo de investigar por uno y otro lado. Lo que hoy expongo (desde el enfado) es como la publicidad juega con los malestares y las vulnerabilidades, restando poder individual y colectivo y dándoselo a quienes quieren que consumamos sus productos.

Todo esto pasa mientras estoy leyendo la revista nº 40 de la AETG "Voces invisibles: feminismos y género en terapia Gestalt". Aún está disponible online el puchero en el que se cocinó: el blog voces invisibles. En la revista y en el blog hay multitud de artículos acerca de cómo se relaciona el feminismo y su lucha con la intervención terapéutica. Esto me recuerda a la cuestión acerca qué es lo que hace falta: ¿psicóloga o sindicato? ¿Estamos queriendo ir a terapia para mantener la situación que nos lleva a tal nivel de malestar?

Creo firmemente en que la terapia puede ser una ayuda de grandísimo valor para poder posicionarnos a nuestro favor y modificar nuestra relación con aquello que nos oprime. El cambio no pretende ser de lo ajeno sino propio, pero rara es la vez que ese cambio individual no tiene una repercusión en lo colectivo.

¡Por la salud!

viernes, 12 de junio de 2020

Memoria y autoconcepto





Este año el día de la madre fue distinto. Dadas las circunstancias no nos hemos reunido para celebrar. Cuando un mes después de esa fecha en el calendario visité la casa de mis padres, era ella quien tenía preparado un regalo: una carta para mí, en la que citaba entre otras cosas cómo fue el embarazo de mi hermana y el mío. 

Yo ya sabía desde hacía mucho que entre mi hermana (diez años mayor que yo) y yo hubo un embarazo frustrado. En eso la carta no relevó nada nuevo. Pero sí descubrí algo: lo que yo me había contado no era tal. Yo siempre pensaba que el motivo de ese aborto y del pronóstico médico que le dieron (que ya no podría tener más bebés) era que tenía una obstrucción en las trompas de falopio. Ese era mi discurso y resulta que no, ese nunca fue el motivo. Tuvo varias complicaciones, entre las cuales nunca estuvo esa obstrucción.
Y yo convencida, rotunda cuando lo contaba. Sin cuestionamiento alguno. ¿Quizá cuando me lo contaron yo estaba estudiando el sistema reproductor en el cole y "las trompas de falopio" tenían una sonoridad con mayor impacto en mí y por ello las usé para hilar una cosa y otra?

Esto me llevó a pensar en una vez en la que mi "hilar una cosa con otra" me llevó a creer (y contar por ahí) que mi hermana se había montado en moto con Alejandro Sanz. Vivíamos en Moratalaz y Alejandro Sanz también. En algún momento comenzó a circular por el instituto al que iba mi hermana un teléfono que se decía que era de él, de la casa de sus padres. En algún otro momento mi hermana montó en la moto de alguien y se hizo una quemadura en la pierna. ¿Cómo llegué yo a juntar una historia real con su evidencia (la quemadura) con la fantasía de que quien la conducía fuera el que empezaba a ser un cantante famoso? Anduve con esa idea años, hasta que se lo conté a una prima años después. Esa prima era una gran fan de Alejandro Sanz, y cuando vio a mi hermana corrió a preguntarle. Mi hermana me miró entre perpleja y enfadada. Y yo me quedé descolocada... ¿de verdad que no era así? Pero entonces ¿lo de esa moto? ¿De verdad que no fue una obstrucción en las trompas lo que hacía que mi madre no se pudiera quedar embarazada?

Comparto estas anécdotas que me sirven para reflexionar acerca de las conclusiones a las que llegamos acerca de nuestras vivencias, y de cómo éstas conforman nuestra historia y nuestra identidad. Estos ejemplos no tienen una gran trascencencia, pero este mecanismo de reconstrucción de los recuerdos opera de una forma similar en la rememoración de hechos históricos. ¿Se puede decir que quienes cuentan vivencias que no se corresponden con lo que ocurrió mienten? Intencionadamente no se trata de mentiras, sino que el sistema de memoria opera así. En el artículo mencionado en el enlace superior el autor Harald Welzer, profesor de psicología social en la Universidad Witten - Herdecke explica cómo "la corteza visual primaria se activa de forma muy similar cuando los probandos ven objetos y cuando solo los representan". Esto sucede también con el oído, de forma que podemos tener muy claro un recuerdo de algo escuchado, pero en realidad no sucedió. 

Al finalizar el artículo el autor dice "La memoria remite siempre a la identidad del que recuerda. Rememora lo que es importante para sí mismo y, sobre todo, para la superación de su propio presente". Nos construimos a nosotros mismos. La trascendencia de las anécdotas contadas un poco más arriba son precisamente que me sirvieron para construirme mi historia, para darme un lugar a través de esa "obstrucción en las trompas" y esa hermana "cercana" a Alejandro Sanz. De entre las herramientas que usamos para vivir y sobrevivir está la reconstrucción de los hechos para que se puedan asumir como propios, para que sean coherentes con nuestro autoconcepto. Esa imagen o autoconcepto comienza con los mensajes implícitos y explícitos que recibimos de nuestras figuras de apego más cercanas, continúa con la familia extensa y se amplía con otros agentes de socialización (la escuela, el barrio...). Comenzamos a recibir (y colocarnos) etiquetas asociadas a las cosas que hacemos y aunque unas sean más positivas que otras, todas acaban pesando; nos limitan, y vamos acomodándonos a ese papel asignado: la lista, el valiente, el ayudador, la aburrida... ¿cuánto hueco o permiso tiene "la lista" para equivocarse sin decepcionar la expectativa familiar? 

Sabiendo como opera la memoria esa etiqueta puede ser construida a través de escuchar una y otra vez esos mensajes, con pocas exposiciones a esos verbalizaciones o incluso con ninguna interacción directa: el resultado puede ser sorprendentemente parecido. Estas etiquetas no solo operan de forma individual, sino que también están presentes en la construcción de la identidad familiar a través de su historia, y aquí suele suceder que a se suele atender a unas voces en detrimento de otras.

Seguimos aferrándonos a esa imagen (individual y familiar) como lo más valioso para movernos por la vida con certezas. De alguna forma nos ubica en el mundo. Sin duda, en algún momento nos sirvió, pero esa confluencia con los introyectos familiares ahora es  más limitante que favorable para el despliegue de nuestra persona. En la familia puede ser interesante escuchar a las voces menos audibles. Esto puede suponer un pequeño desequilibrio en la vida conocida, como si se tambaleara un poco, y también da acceso a una riqueza mucho mayor en la propia historia, con quizá mayor comprensión de la misma.

En gestalt damos mucha importancia al percatarse en el aquí y en el ahora, siendo esa conciencia el "antídoto" para ese autoconcepto construido firme y sólido que queremos salvaguardar a toda costa. En terapia podemos atrevernos a mirar los recuerdos y la forma en que nos contamos nuestra vida y explorar si nos queremos escribir otro guión o explorar otro personaje.