viernes, 2 de abril de 2021

Educación infantil y libros de texto

 Si hay algo que me llama la atención, a lo que me gusta poner el foco y la reflexión,  es a como nos relacionamos las personas adultas con los niños y niñas y a las dificultades que nos encontramos en el camino. A mí, de forma individual, me parece fundamental tomar conciencia de ellas para ofrecer un acompañamiento limpio y poder estar disponible para ellas y ellos. 

Puede ser que nos cueste conectar con la importancia de su juego y con la intensidad de éste, o que nos sobrepase la intensidad emocional o su imperante necesidad de decir NO. Lo que traigo al texto de hoy tiene que ver con la dificultad para comprender el desarrollo cognitivo, el pensamiento y su forma de razonar. Lo traigo a raiz de estas imágenes vistas en un libro de texto de 2º de educación infantil (4 años).








Cuando vi las imágenes me llamaron la atención. Me parecía que tenía que ver con volúmenes y me parecía complejo. Al ver las preguntas lo tuve claro: complejo y desajustado a la forma en que con cuatro años comprendemos la realidad y el lenguaje.

Con cuatro años, según la teoría del desarrollo de Piaget, nos encontramos en el periodo preoperacional o preoperatorio, entre el perioso sensorio-motriz y el operatorio concreto). En el libro "El desarrollo humano" de Juan Delval el autor dice que en este periodo "la acción va por delante de la explicación y de la toma de conciencia". Son capaces de llevar a cabo muchas acciones diferentes, de tener una intención y hacer lo necesario para llevarla a cabo, pero les va a resultar muy difícil (o no van a ser capaces) de explicar o representar lo que hacen.


Pensando en la actividad del libro de texto y en cómo es el acercamiento a cuestiones así (volúmenes, cntidades, tamaños...) cuando tenemos cuatro años, hay dos cosas que me llaman la atención:

La primera tiene que ver con el lenguaje. Dos de los enunciados que aparecen contienen una negación y esto resulta complejo para peques y también para muchas personas adultas. Son frases muy alejadas del manejo del lenguaje que tienen. 

La otra tiene que ver con la comprensión de los volúmenes. Como el resto de comprensiones tiene lugar con la experimentación, la acción, la manipulación. Están haciendo referencia a preguntas que tienen que ver con las tres dimensiones con imágenes en dos dimensiones y esto, aunque nos pueda parecer algo simple, resulta muy abstracto. Si tiene que vaciar una piscina con un cubo, hará unos cuantos viajes hasta conseguirlo. Lo experimentará y quizá, por las características de esta etapa, expliquen lo que han hecho de una forma chocante para los adultos. 

Entonces al ver esta propuesta en el libro de texto pienso "¿por qué y para qué?" Ofrecer (y no sé cuanto de obligatoria u optativa es) esta actividada un grupo de peques de cuatro años es no tener en cuena sus necesidades. ¿Entonces? Pues vuelvo al inicio...

Comenzaba este texto pensando en las dificultades que tenemos la gente adulta para estar con niños y niñas. Algunas de esas dificultades las podemos resolver sabiendo cómo es su desarollo, cuál es su forma de comprender el mundo. De lo contrario, nuestras dificultades pueden suponer faltas de respeto, como es este caso. ¿Por qué me empeño en nombrar nuestras dificultades? Nos resulta muy difícil mirar y escuchar los razonamientos sin estar tentados de cambiarlos, convencerles...

Las preguntas del libro de texto me llevan a pensar, por la relación también con volúmenes, con el concepto de conservación de los líquidos, vinculado a su vez con la noción de identidad de los objetos. 

Noción de identidad de los objetos: un objeto continúa siendo el mismo objeto, mantiene su identidad, mientras experimenta diferentes transformaciones (si corto un plátano por la mitad, sigue siendo el mismo plátano). 

Conservación de líquidos: reconocer la misma cantidad de agua cuando ésta se cambia de recipiente.

El experimento clásico para conocer si un niño o niña ha adquirido esta noción de conservación de los líquidos es mostrarle dos recipientes igules, con la misma cantidad de agua en ambos. Cuando está convencido o convencida de que en ambos recipientes hay la misma cantidad, el contenido de uno de los recipientes se trasvasa a otro más alto y estrecho, de modo que el nivel del agua queda más alejado de la base. Entonces se le pregunta si continúa habiendo la misma cantidad o si hay más en uno o en otro.

 

 



En la etapa preoperatoria, como son los cuatro años, la respuesta más habitual es que la cantidad ha cambiado. Puede ser que se fijen en el alto del agua, o en el ancho, pero no se fijan en las dos. Aunque hayan visto el cambio delante de sus ojos, la conclusión a la que llegan es en base a su percepción en ese preciso momento, mirando esos dos vasos. 

¿A qué viene este apunte teórico? Creo que es una de las situaciones en las que a las adultas nos puede costar más escuchar sin querer convencer o inculcar cuál es la respuesta correcta con frases como "pero, ¿no ves que antes decías que era igual?" "que no, que es la misma cantidad" o riéndonos de su disparatada respuesta. Ante nuestra insistencia, la niña o el niño (sigamos pensando en cuatro o cinco años), puede ser que diga lo que queremos oir, que se sienta ofendida y se enfade, que no quiera responder más... Se le está forzando a algo que va a tardar años en llegar: es a los siete años cuando la mayoría (no la totalidad) reconocen que el líquido se conserva. Forzar a dar una respuesta es no respetar su comprensión. Su respuesta no es un fallo, en absoluto lo es. Se trata de una respuesta perfecta, tan perfecta como la nuestra. Son diferentes por ser de etapas de desarrollo diferentes, y tan perfectas una como otra porque responder a la forma de comprender la realidad. 

De esta dificultad nuestra para observar sin juicio, sin dar por hecho que no necesitan que les metamos prisa para que razonen de la forma adecuada, surge una aceleración en el desarrollo, una aceleración que además es superflua. Damos por hecho que el razonamiento adulto es el correcto y el de niños y niñas es defectuoso, y que cuando antes se parezca al nuestro (como si fuéramos la meta a la que deben aspirar) mejor. Si no, pensamos que cómo puede ser que respondan así, a ver si es que les pasa algo, ¿acaso no lo acaban de ver?, ¿cómo pueden ser tan cabezotas?

Cuando vi esa actividad, con esas imágenes y esos enunciados para determinar si son verdad o mentira, pensé en que es una actividad diseñada para dejarnos tranquilos a los adultos. No hay lugar para que respondan cómo podrían meter una caja en la otra, cómo vaciarían la piscina... Se trata de enunciados adultos para llegar a conclusiones adultas formulados a peques de cuatro años

No les hacemos nungún favor forzándoles a comprender la realidad bajo nuestro punto de vista porque de hecho no les vale para comprender sino para reproducir conclusiones a las que no han llegado y que saben que son las que los adultos queremos escuchar. Pasar por todas las fases es necesario para un aprendizaje sólido. 

Como adultos que somos podemos sostener la perplejidad o tozudez para callarnos y que puedan responder lo que sí es su verdad y que sean escuchados mientras lo hacen.

Otro apunte: cuando hablo de tozudez me refiero a la nuestra, a la adulta. A veces decimos que niños y niñas son cabezotas, que sólo van a hacer las cosas como ellos quieren... ¿Qué tal la propia cabezonería? ¿Qué tal ceder? Muchas veces proyectamos en ellos y ellas aspectos propios que nos cuesta reconocer. Se nos llena la boca atribuyéndoles características que muchas veces son nuestras y que, como un espejo, nos devuelven.


domingo, 11 de octubre de 2020

Interseccionalidad y adultocentrismo



Últimamente estoy tomando más conciencia y leyendo más acerca de la interseccionalidad como método de análisis de las experiencias humanas según los ejes de privilegios y opresión en los que se mueve la vida y las relaciones de poder.

Pensando en cómo se suele usar la opresión percibida en uno de los ejes para tomar conciencia del privilegio que tenemos en otro de los ejes (por ejemplo, yo como mujer blanca me ubico en la parte baja del esquema en el eje "androcentrismo" y en la parte alta en el eje "racismo". 

En varios de los ejes en ese esquema podemos desplazarnos a lo largo de la vida, como por ejemplo en el eje "capascitismo" o el de "políticas de la apariencia". En otros ejes la experiencia de vida es menos mutable. Y en uno de ellos, sí o sí, cambiamos: la discriminación por la edad.

La ancianidad en la opresión, la juventud en el privilegio. ¿Y antes? ¿Y esos años que pasamos siendo niñas, adolescentes? Ahí también hay opresión, poco espacio seguro para su participación, sus encuentros, su autonomía... Sus opiniones no sé escuchan como las de una persona con 30 años más. Sus cuerpos se vulneran con demasiada facilidad. Luego crecemos, estamos en el lugar privilegiado y de nuevo, pasados unos años, el declive y la discriminación de nuevo.

Me llama la atención la forma en que transitamos por este eje sin que eso nos haga tomar conciencia, como personas adultas de la opresión que somos capaces de hacer a quienes están en su infancia, adolescencia y vejez. Como decía al principio, a veces se recurre a la opresión que vivimos en un eje para tomar conciencia de la que ejercemos en otro.

Me parece una herramienta un poco escasa. No basta con vivirlo "igual pero en otro sentido" o con decir "imagínate que te lo hacen a ti". Ya nos lo hicieron y no nos vale para tratar mejor a las criaturas con que a día de hoy nos relacionamos.

Creo que es útil para comenzar una toma de conciencia, pero no suficiente para cambiar la forma de relacionarnos.

Creo que la clave, o una de ellas, es revisar nuestros privilegios como personas adultas y todas las formas en que ejercemos el poder.

Si no nos hacemos cargo del poder que tenemos no podemos elegir qué hacer con él. Y, eligiendo o no, lo estaremos poniendo en juego sí o sí.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Límites





El otro día paseaba por el campo y de pronto vi, desde atrás, esa puerta abierta y ese cartel. Me pareció cómica la presencia de una puerta abierta que aunque se cerrara (la puerta contaba incluso con cadena y candado) no cerraba nada. Ni una sencilla verja de alambre, ni un somier antiguo ni un muro de piedra.

Cuando "entré" vi el texto del cartel: "Campo de tiro municipal. Exmo. Ayuntamiento de ____" ¡Ostris! ¿En qué momento me había metido yo en un campo de tiro? En ningún momento percibí peligro (no sé cuál es el uso de ese campo de tiro) pero en ese momento pensé en lo importante que es que los límites estén claros y sean firmes para que generen seguridad y protección y no desconcierto.

A lo mejor cuando pensamos en esto de "poner límites" pensamos que tiene que ver con enseñar a las y los peques lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, un límite es lo que impide que algo suceda. Un límite protege, limita un daño, da seguridad.

Sucede sin embargo que muchas veces nos quedamos a medias, como en la foto. "El límite" no lo es cuando en realidad no limita, cuando llega de forma inoportuna, o no está relacionado con un riesgo real del que cuidarse.

viernes, 4 de septiembre de 2020

La conquista de la autonomía


 

La conquista de la autonomía. Autonomía y autoapoyo.

Aquí, la versión en vídeo.

Para comenzar, algo de Fritz Perls y de Rebeca Wild. El primero, dice: "Creo que todos podremos estar de acuerdo en que la necesidad de sobrevivir actúa como una fuerza obligada en todas las criaturas vivas y en que todas muestran en todo momento dos tendencias importantes: sobrevivir, como individuos y como especie, y crecer. Estas son metas fijas, pero el modo como son abordadas varía de situación en situación, de especie en especie y de individuo en individuo" (El Enfoque Gestalt y testigos de terapia) 

Ella en "Libertad y límites. Amor y respeto" dice que "no hay ser humano, si siquiera un lactante, que se sienta feliz sólo por el hecho de sobrevivir. En todo organismo está enraizada la necesidad de desarrollo, y esta necesidad determina desde el interior -de acuerdo a su especie- la interacción que le corresponde con el medio ambiente" 

Esta autora afirma, de nuevo siendo muy importante en su exposición la tesis de Humberto Maturana, que para la supervivencia lo más importante es el amor incondicional: niños y niñas necesitan la presencia amorosa de los adultos; para el desarrollo, lo que necesitan es un ambiente preparado que permita desarrollar la autonomía, de dentro hacia fuera, desde la no directividad. Estas áreas, el amor incondicional y la autonomía, no son dicotómicas sino que están estrechamente relacionadas. Para poder ofrecer las alternativas que favorecen la autonomía es necesario conocer las necesidades en las diferentes etapas de desarrollo, pero esto no basta si no existe la mirada amorosa e interesada de un adulto. También para el amor, para expresarlo y que llegue de forma limpia es necesario conocer las necesidades de cada etapa de desarrollo. En cualquier caso, el amor no es resolver los problemas del otro, no es dejar que haga cuanto quiera, no es colmar de regalos... El amor es la aceptación del legítimo otro, amor por su proceso de desarrollo, sus necesidades y ritmos. 

Para enlazar estas ideas de Rebeca Wild de nuevo con la terapia Gestalt, y dando un pequeño rodeo, uso esta frase de Maria Montessori: "cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo". En ese trenzado entre las necesidades de amor y de autonomía, en muchos casos el primero no llega como la aceptación incondicional del legítimo otro, como el interés por el propio proceso de desarrollo. Más bien al contrario, llega condicionado: se recibe el afecto cuando se hace, piensa y desea como otros quieren. Este amor, que se vive a través del interés y la atención recibida, sí llega en cambio cuando se percibe que el otro hace cosas por nosotros; cosas que en muchos casos son ayudas innecesarias. Y así comienzan a entrelazarse, o confundirse, el amor y la autonomía de forma neurótica. Un ejemplo, por si aclara: 

Cuando un bebé empieza a ponerse en pie, camina agarrado y cae una y otra vez. Es muy habitual que en los adultos que hay a su alrededor se despierte el temor a que se hagan daño, el deseo de sujetarle, cogerle de la mano, colocar sus pies, explicar que primero va un pie y luego el otro, decirle que cuidado que se va a caer, aplaudir cuando se atreve a hacerlo... Le está ofreciendo una ayuda innecesaria, puesto que ese pequeño ser caminará cuando y como desde su plan interno esté preparado para hacerlo y habiendo vivido todo el proceso necesario. Puede ser que no solo se le "ayude" a andar, sino que también se le suba al tobogán, al columpio... Brindando múltiples experiencias y estímulos el niño está recibiendo mucha atención, pero sin embargo ésta no es sinónimo del amor incondicional ya que éste es el que observa el proceso y el ritmo con absoluto respeto. El niño o bebé pasa a ser dependiente entonces del apoyo ambiental para experiencias que en realidad no necesita puesto que aún no está preparado para vivenciarlas, o que desde su plan interno realizaría de una forma diferente a quienes le rodean pero por no comprenderse o validarse desde fuera se amoldan al criterio ajeno. En todo el respeto por el desarrollo de la motricidad, es inestimable la aportación de la pediatra Emmi Pikler, que estuvo a cargo de la casa de acogida Lóczy en Budapest. Hasta su libro "Moverse en libertad. Desarrollo de la motricidad global", no se habían recogido observaciones directas del desarrollo motor de niños y niñas sin ayuda. Su trabajo, que continúa vigente en la institución que ahora lleva su nombre, es maravilloso. 

Y así, con todo este rodeo, aterrizo en la terapia gestalt con el abandono del apoyo ambiental en pro del autoapoyo

Imaginen un gatito trepando un árbol. Está comprometido en experimentar. Pone a prueba su equilibrio, prueba su fuerza y agilidad. Pero la mamá gata no lo deja en paz, insiste en que baje de ahí "Te puedes quebrar el pescuezo, gatito malo", le dice. ¡Cómo se atreve a interrumpir con esa situación el placer de crecer que siente el gatito! Con ello incluso podría interrumpir el proceso mismo del crecimiento. Claro que los gatos no se comportan en forma tan estúpida. Dejan la búsqueda obsesiva de seguridad a los seres humanos. Por el contrario el gato, al igual que cualquier otro animal y ser humano sensato, considerará que la esencia de criar es la transformación del apoyo externo en autoapoyo o apoyo que proviene de uno mismo. Enfoque Gestalt. 

Efectivamente, estar en la observación sin interrupción cuando un peque da mil y una piruetas para conseguir subirse al balancín, sostener el miedo y aguantar sin anticipar, no es fácil. Tal y como dice Fritz a continuación, en los seres humanos la transición del apoyo ambiental al autoapoyo es más complicada que en otros animales Recordando las palabras de Ignacio Peña, existe una gran disociación entre biología y cultura, y lo que ésta dictamina como oportuno en muchos casos no es afín a las necesidades biológicas. Pautas que permiten sobrevivir, adaptarse a las necesidades de la sociedad, hacerse un lugar en el mundo... Sin embargo, no favorecen el desarrollo, el despliegue de la persona desde dentro hacia fuera permitiendo que tome contacto con sus necesidades, deseos y capacidades. De nuevo Perls: "Ya sean estos procedimientos antibiológicos, antipersonales o antisociales, de todas formas son interrupciones del proceso en transcurso que, dejado a su propio destino, llevaría al autoapoyo". El enfoque Gestalt.

miércoles, 24 de junio de 2020

Publicidad, cansancios y Gestalt

Hace unos días pasé en coche junto a una marquesina de autobús que hacía tiempo que no veía y me llamó tanto la atención que cambié de sentido para poder mirarla de nuevo. No sé si el cartel publicitario lleva ahí mucho o poco tiempo, para mí era totalmente nuevo y fue un impacto.




"¿Hay días que te sientes bufff?" y la imagen de una mujer con una cara de cansancio tal que podría ser que el llanto no tardara en aparecer. Sobrepasada. En seguida recordé la publicidad que durante años y años veía al entrar a la estación de Atocha. Una mujer tumbada en la rama de un árbol. "¿Cansada de estar cansada?"




Buscando la imagen que tantas veces vi para poder ponerla aquí encontré una publicación de una revista de las llamadas para mujeres, perteneciente a un importante grupo de comunicación que engloba a distintos periódicos de gran tirada. El titular de esta publicación era
"no eres perfecta, tienes derecho a estar cansada". ¿¿¿Cómo???


Si bien un producto está más dirigido para el estado de ánimo y el otro para el cansancio físico, ambos anuncios tienen notables paralelismos:


· se trata en los dos casos de productos que no son medicamentos, aunque se refieran a la salud, y hacen referencia más o menos explícita a que es un producto natural. En el primero hay un texto que pone "con ingredientes de origen natural" junto al dibujo de una hoja. En el segundo, en la caja del producto hay escrito "con extractos herbales y zumos concentrados de frutas" junto a la foto de arándanos, grosellas, flores y hojas.  


· las protagonistas de las imágenes son mujeres aparentemente cansadas. En ambos casos aparece una pregunta que interpela directamente a quien ve la imagen; en el segundo caso la pregunta va dirigida de forma directa a las mujeres. (O no... que a lo mejor el lenguaje inclusivo ha avanzado tanto que esta empresa ha decidido usar el femenino para referirse a todas las personas que vean el anuncio... No, ¿no?).


- De la salud y lo natural
En terapia Gestalt hay dos conceptos fundamentales que voy a usar para hacer una lectura en clave de salud de estos anuncios: la autorregulación organísmica y la polaridad contacto - retirada.
La autorregulación organísmica es la capacidad de los seres vivos para satisfacer sus necesidades y llegar al punto de equilibrio. Es bastante similar al concepto de homeostasis. En palabras de Fritz Perls en Sueños y existencia, "el organismo lo sabe todo. Nosotros sabemos muy poco... la intuición es la inteligencia del organismo." Así pues, merece la pena escucharle.
En cuanto a las polaridades, son un elemento clave en el trabajo terapéutico siendo la base, por ejemplo, del trabajo de la silla vacía entre nuestras facetas perseguidora y perseguida. Concretamente, la polaridad de contacto y retirada es nombrada por Paco Peñarrubia como la polaridad fundacional de la terapia Gestalt.  

Uniendo ambos conceptos: con una escucha interna que permita atender a las señales y sensaciones del organismo sabremos cuando estar en contacto y cuando en retirada para encontrar nuestro equilibrio, nuestra autorregulación. Con la sed el ejemplo es claro: al sentir sed me dirijo a una fuente, grifo o botella para entrar en contacto con el agua (beber) y saciar mi sed. Una vez hecho esto, me retiro de esa ingesta de agua, sabiendo que ya ha sido suficiente y que seguir bebiendo puede ser desagradable o incluso pernicioso.
Siendo ésta una necesidad fisiológica muy básica, puede comenzar a haber desajustes en ese contacto y retirada. Por ejemplo ¿iré a por agua si para ello tengo que cruzar por un espacio con personas frente a las que siento vergüenza? Es frecuente que nos interrumpamos en ese ciclo de satisfacción de necesidades (tanto físicas como afectivas), dejando de escuchar señales orgánicas para hacer más caso a algunas emociones y fantasías.

Volviendo a los anuncios que nombran salud y "lo natural", ¿qué pasa con la señal del organismo cuando te pide tumbarte en una rama o sentarte en un sofá? ¿qué pasa si el cansancio es tal que tienes ganas de llorar? ¿No serán acaso señales del organismo que busca regularse ante la situación en la que se encuentra? ¿No será el cansancio un aspecto básico del organismo que frente a esas señales demanda reposo?

Estos anuncios penalizan la retirada para vender algo con lo que poder seguir en contacto con lo productivo, con la relación con otros, incluso con la felicidad. Vivimos en una sociedad en la que prima la actividad y el consumo, en la que estar mirando el techo asusta más que estar mirando la tele; suele haber poco espacio para la escucha interna frente al deber de seguir disponible para lo ajeno.


- De las mujeres y su derecho al cansancio
"No eres perfecta, tienes derecho a estar cansada". Para empezar, un poco de lo anterior: si nombran el cansancio como un derecho con tintes de imperfección, ¿dónde quedan las señales del organismo hablando de lo que necesita? ¿No son acaso perfectas para poder ir hacia lo que precisa en cada momento?
Por otro lado si existe el derecho al cansancio, ¿para qué "remediarlo" con un no-medicamento? "Vale, puedes estar cansada pero que se te pase ya".

Según la Organización Mundial de la Salud "Las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir depresión y ansiedad. La depresión es la causa más importante dentro de la carga de morbilidad femenina, y ello tanto en los países de ingresos altos, como en los de ingresos bajos". España no es una excepción: "Las mujeres refieren algún problema de salud mental con mayor frecuencia que los hombres, 14,1% frente a 7,2%. El 6,7% de los adultos refiere ansiedad crónica, 9,1% de las mujeres y 4,3% de los hombres. La depresión se declara en la misma proporción que la ansiedad (6,7%), y es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%)."

Mayor carga de cuidados en el hogar, mayor dificultad para el acceso al mercado laboral, una estructura social donde todo históricamente vinculado con las mujeres se infravalora, nuestros cuerpos como objetos para la venta y el disfrute ajeno..., ¿y no somos perfectas si nos cansamos? Si descansamos quizá desatendamos alguna de esas tareas que por el reparto desigual de las mismas se han convertido en obligaciones en exclusiva... Así pues, perfecto y bendito cansancio que nos avisa de que ya está bien. Bendita rabia también.


- Salud y responsabilidad

Estos anuncios hacen un llamado a la salud, pero le hacen un flaco favor cuando en vez de promocionarla (por ejemplo aconsejando analíticas para ver cómo están los niveles de vitaminas y minerales en el organismo o promoviendo un estilo de vida saludable), ofrecen un producto que resuelve esos problemas que puede que no sean tales.
Más peligroso sería el caso contrario: que se precise una ayuda real, personalizada y con un seguimiento, y que no se dé el paso para buscarla porque con el uso de estos productos se tiene la percepción de estar ya haciendo algo bueno para una misma.

Obviamente cada persona elige cómo afrontar su vida, según las herramientas disponibles y el deseo de investigar por uno y otro lado. Lo que hoy expongo (desde el enfado) es como la publicidad juega con los malestares y las vulnerabilidades, restando poder individual y colectivo y dándoselo a quienes quieren que consumamos sus productos.

Todo esto pasa mientras estoy leyendo la revista nº 40 de la AETG "Voces invisibles: feminismos y género en terapia Gestalt". Aún está disponible online el puchero en el que se cocinó: el blog voces invisibles. En la revista y en el blog hay multitud de artículos acerca de cómo se relaciona el feminismo y su lucha con la intervención terapéutica. Esto me recuerda a la cuestión acerca qué es lo que hace falta: ¿psicóloga o sindicato? ¿Estamos queriendo ir a terapia para mantener la situación que nos lleva a tal nivel de malestar?

Creo firmemente en que la terapia puede ser una ayuda de grandísimo valor para poder posicionarnos a nuestro favor y modificar nuestra relación con aquello que nos oprime. El cambio no pretende ser de lo ajeno sino propio, pero rara es la vez que ese cambio individual no tiene una repercusión en lo colectivo.

¡Por la salud!

viernes, 12 de junio de 2020

Memoria y autoconcepto





Este año el día de la madre fue distinto. Dadas las circunstancias no nos hemos reunido para celebrar. Cuando un mes después de esa fecha en el calendario visité la casa de mis padres, era ella quien tenía preparado un regalo: una carta para mí, en la que citaba entre otras cosas cómo fue el embarazo de mi hermana y el mío. 

Yo ya sabía desde hacía mucho que entre mi hermana (diez años mayor que yo) y yo hubo un embarazo frustrado. En eso la carta no relevó nada nuevo. Pero sí descubrí algo: lo que yo me había contado no era tal. Yo siempre pensaba que el motivo de ese aborto y del pronóstico médico que le dieron (que ya no podría tener más bebés) era que tenía una obstrucción en las trompas de falopio. Ese era mi discurso y resulta que no, ese nunca fue el motivo. Tuvo varias complicaciones, entre las cuales nunca estuvo esa obstrucción.
Y yo convencida, rotunda cuando lo contaba. Sin cuestionamiento alguno. ¿Quizá cuando me lo contaron yo estaba estudiando el sistema reproductor en el cole y "las trompas de falopio" tenían una sonoridad con mayor impacto en mí y por ello las usé para hilar una cosa y otra?

Esto me llevó a pensar en una vez en la que mi "hilar una cosa con otra" me llevó a creer (y contar por ahí) que mi hermana se había montado en moto con Alejandro Sanz. Vivíamos en Moratalaz y Alejandro Sanz también. En algún momento comenzó a circular por el instituto al que iba mi hermana un teléfono que se decía que era de él, de la casa de sus padres. En algún otro momento mi hermana montó en la moto de alguien y se hizo una quemadura en la pierna. ¿Cómo llegué yo a juntar una historia real con su evidencia (la quemadura) con la fantasía de que quien la conducía fuera el que empezaba a ser un cantante famoso? Anduve con esa idea años, hasta que se lo conté a una prima años después. Esa prima era una gran fan de Alejandro Sanz, y cuando vio a mi hermana corrió a preguntarle. Mi hermana me miró entre perpleja y enfadada. Y yo me quedé descolocada... ¿de verdad que no era así? Pero entonces ¿lo de esa moto? ¿De verdad que no fue una obstrucción en las trompas lo que hacía que mi madre no se pudiera quedar embarazada?

Comparto estas anécdotas que me sirven para reflexionar acerca de las conclusiones a las que llegamos acerca de nuestras vivencias, y de cómo éstas conforman nuestra historia y nuestra identidad. Estos ejemplos no tienen una gran trascencencia, pero este mecanismo de reconstrucción de los recuerdos opera de una forma similar en la rememoración de hechos históricos. ¿Se puede decir que quienes cuentan vivencias que no se corresponden con lo que ocurrió mienten? Intencionadamente no se trata de mentiras, sino que el sistema de memoria opera así. En el artículo mencionado en el enlace superior el autor Harald Welzer, profesor de psicología social en la Universidad Witten - Herdecke explica cómo "la corteza visual primaria se activa de forma muy similar cuando los probandos ven objetos y cuando solo los representan". Esto sucede también con el oído, de forma que podemos tener muy claro un recuerdo de algo escuchado, pero en realidad no sucedió. 

Al finalizar el artículo el autor dice "La memoria remite siempre a la identidad del que recuerda. Rememora lo que es importante para sí mismo y, sobre todo, para la superación de su propio presente". Nos construimos a nosotros mismos. La trascendencia de las anécdotas contadas un poco más arriba son precisamente que me sirvieron para construirme mi historia, para darme un lugar a través de esa "obstrucción en las trompas" y esa hermana "cercana" a Alejandro Sanz. De entre las herramientas que usamos para vivir y sobrevivir está la reconstrucción de los hechos para que se puedan asumir como propios, para que sean coherentes con nuestro autoconcepto. Esa imagen o autoconcepto comienza con los mensajes implícitos y explícitos que recibimos de nuestras figuras de apego más cercanas, continúa con la familia extensa y se amplía con otros agentes de socialización (la escuela, el barrio...). Comenzamos a recibir (y colocarnos) etiquetas asociadas a las cosas que hacemos y aunque unas sean más positivas que otras, todas acaban pesando; nos limitan, y vamos acomodándonos a ese papel asignado: la lista, el valiente, el ayudador, la aburrida... ¿cuánto hueco o permiso tiene "la lista" para equivocarse sin decepcionar la expectativa familiar? 

Sabiendo como opera la memoria esa etiqueta puede ser construida a través de escuchar una y otra vez esos mensajes, con pocas exposiciones a esos verbalizaciones o incluso con ninguna interacción directa: el resultado puede ser sorprendentemente parecido. Estas etiquetas no solo operan de forma individual, sino que también están presentes en la construcción de la identidad familiar a través de su historia, y aquí suele suceder que a se suele atender a unas voces en detrimento de otras.

Seguimos aferrándonos a esa imagen (individual y familiar) como lo más valioso para movernos por la vida con certezas. De alguna forma nos ubica en el mundo. Sin duda, en algún momento nos sirvió, pero esa confluencia con los introyectos familiares ahora es  más limitante que favorable para el despliegue de nuestra persona. En la familia puede ser interesante escuchar a las voces menos audibles. Esto puede suponer un pequeño desequilibrio en la vida conocida, como si se tambaleara un poco, y también da acceso a una riqueza mucho mayor en la propia historia, con quizá mayor comprensión de la misma.

En gestalt damos mucha importancia al percatarse en el aquí y en el ahora, siendo esa conciencia el "antídoto" para ese autoconcepto construido firme y sólido que queremos salvaguardar a toda costa. En terapia podemos atrevernos a mirar los recuerdos y la forma en que nos contamos nuestra vida y explorar si nos queremos escribir otro guión o explorar otro personaje.

martes, 4 de febrero de 2020

Infancia, la edad sagrada. Unos apuntes del libro de Evânia Reichert



"La compulsión a educar puede observarse con claridad en la relación entre adultos y niños. Ejemplos: cuando los criterios educativos se van alternando según el estado emocional de los que son grandes y no por la actitud de los pequeños; cuando el adulto se coloca en la posición del que siempre está seguro, hasta cuando se equivoca; cuando el educador proyecta sus miedos personales en el niño y hace de eso una forma de educar; cuando los mayores se sienten en el derecho de interferir con sus estados de ánimo en el estado emocional infantil, a la hora en que quieran y de la forma en que deseen, sin respetar el proceso biopsicológico de los niños; o cuando el adulto necesita interferir, constantemente para demostrar que está educando."

Evânia Reichert. Infancia, la edad sagrada.

En este libro, la autora repasa las etapas de desarrollo (las edades preciosas y sensibles de la infancia, tal y como las nombra) atendiendo a las necesidades, retos y posibles riesgos que aparecen en cada una de ellas. Parte de las ideas de Wilhem Reich, psicoanalista pionero en atender al cuerpo y no solo al discurso de los pacientes. La mirada de este autor hacia la neurosis va más allá de un concepto individual, y la sitúa como problema social, como una cadena que se va transmitiendo de generación en generación; la represión y coraza de una generación se pone de manifiesto en la relación con la generación venidera, reproduciéndose lo que llamaba peste emocional o neurosis social. Una de las manifestaciones de la perpetuación de este problema social está en la compulsión a educar de la que habla la autora en el párrafo que he compartido. Como antídoto para este problema y para favorecer un desarrollo pleno del Ser, plantea una triada de autorregulación, respeto biopsicológico y buenos vínculos. Cada uno de los componentes de esta triada da para mucho, pero si hay que empezar por algo, comencemos con un ejercicio de autorreflexión. En educación y crianza se habla mucho de la necesidad de límites, de cómo ponerlos, de cuáles son necesarios... Aquí la reflexión, tomada también de la autora: “el límite establecido, ¿fue una forma de ayudar al niño o tan solo una señal de nuestra impaciencia, irritación o malhumor?”.

Estar con niños y niñas remueve, moviliza las propias heridas de la infancia, nos pone de cara las dificultades que tenemos en nuestras relaciones. Por todo esto, es una oportunidad para nosotros los mayores, para favorecer nuestro desarrollo personal con el que, de paso, estaremos haciendo un gran favor a los pequeños. ¿Qué me pasa cuando pongo un límite? ¿Qué emoción me desespera? ¿Qué conflictos me cuesta sostener? Oportunidades cotidianas para reflexionar y favorecer la salud colectiva.

Termino con otro fragmento del libro (cuya relectura me está reencantando y dando para mucho): "Cultivar el respeto psíquico y físico de los adultos hacia los pequeños -sean o no nuestros hijos- y de o adultos entre sí es el gran desafío de hoy. Lo demás vendrá por añadidura."