viernes, 12 de junio de 2020

Memoria y autoconcepto





Este año el día de la madre fue distinto. Dadas las circunstancias no nos hemos reunido para celebrar. Cuando un mes después de esa fecha en el calendario visité la casa de mis padres, era ella quien tenía preparado un regalo: una carta para mí, en la que citaba entre otras cosas cómo fue el embarazo de mi hermana y el mío. 

Yo ya sabía desde hacía mucho que entre mi hermana (diez años mayor que yo) y yo hubo un embarazo frustrado. En eso la carta no relevó nada nuevo. Pero sí descubrí algo: lo que yo me había contado no era tal. Yo siempre pensaba que el motivo de ese aborto y del pronóstico médico que le dieron (que ya no podría tener más bebés) era que tenía una obstrucción en las trompas de falopio. Ese era mi discurso y resulta que no, ese nunca fue el motivo. Tuvo varias complicaciones, entre las cuales nunca estuvo esa obstrucción.
Y yo convencida, rotunda cuando lo contaba. Sin cuestionamiento alguno. ¿Quizá cuando me lo contaron yo estaba estudiando el sistema reproductor en el cole y "las trompas de falopio" tenían una sonoridad con mayor impacto en mí y por ello las usé para hilar una cosa y otra?

Esto me llevó a pensar en una vez en la que mi "hilar una cosa con otra" me llevó a creer (y contar por ahí) que mi hermana se había montado en moto con Alejandro Sanz. Vivíamos en Moratalaz y Alejandro Sanz también. En algún momento comenzó a circular por el instituto al que iba mi hermana un teléfono que se decía que era de él, de la casa de sus padres. En algún otro momento mi hermana montó en la moto de alguien y se hizo una quemadura en la pierna. ¿Cómo llegué yo a juntar una historia real con su evidencia (la quemadura) con la fantasía de que quien la conducía fuera el que empezaba a ser un cantante famoso? Anduve con esa idea años, hasta que se lo conté a una prima años después. Esa prima era una gran fan de Alejandro Sanz, y cuando vio a mi hermana corrió a preguntarle. Mi hermana me miró entre perpleja y enfadada. Y yo me quedé descolocada... ¿de verdad que no era así? Pero entonces ¿lo de esa moto? ¿De verdad que no fue una obstrucción en las trompas lo que hacía que mi madre no se pudiera quedar embarazada?

Comparto estas anécdotas que me sirven para reflexionar acerca de las conclusiones a las que llegamos acerca de nuestras vivencias, y de cómo éstas conforman nuestra historia y nuestra identidad. Estos ejemplos no tienen una gran trascencencia, pero este mecanismo de reconstrucción de los recuerdos opera de una forma similar en la rememoración de hechos históricos. ¿Se puede decir que quienes cuentan vivencias que no se corresponden con lo que ocurrió mienten? Intencionadamente no se trata de mentiras, sino que el sistema de memoria opera así. En el artículo mencionado en el enlace superior el autor Harald Welzer, profesor de psicología social en la Universidad Witten - Herdecke explica cómo "la corteza visual primaria se activa de forma muy similar cuando los probandos ven objetos y cuando solo los representan". Esto sucede también con el oído, de forma que podemos tener muy claro un recuerdo de algo escuchado, pero en realidad no sucedió. 

Al finalizar el artículo el autor dice "La memoria remite siempre a la identidad del que recuerda. Rememora lo que es importante para sí mismo y, sobre todo, para la superación de su propio presente". Nos construimos a nosotros mismos. La trascendencia de las anécdotas contadas un poco más arriba son precisamente que me sirvieron para construirme mi historia, para darme un lugar a través de esa "obstrucción en las trompas" y esa hermana "cercana" a Alejandro Sanz. De entre las herramientas que usamos para vivir y sobrevivir está la reconstrucción de los hechos para que se puedan asumir como propios, para que sean coherentes con nuestro autoconcepto. Esa imagen o autoconcepto comienza con los mensajes implícitos y explícitos que recibimos de nuestras figuras de apego más cercanas, continúa con la familia extensa y se amplía con otros agentes de socialización (la escuela, el barrio...). Comenzamos a recibir (y colocarnos) etiquetas asociadas a las cosas que hacemos y aunque unas sean más positivas que otras, todas acaban pesando; nos limitan, y vamos acomodándonos a ese papel asignado: la lista, el valiente, el ayudador, la aburrida... ¿cuánto hueco o permiso tiene "la lista" para equivocarse sin decepcionar la expectativa familiar? 

Sabiendo como opera la memoria esa etiqueta puede ser construida a través de escuchar una y otra vez esos mensajes, con pocas exposiciones a esos verbalizaciones o incluso con ninguna interacción directa: el resultado puede ser sorprendentemente parecido. Estas etiquetas no solo operan de forma individual, sino que también están presentes en la construcción de la identidad familiar a través de su historia, y aquí suele suceder que a se suele atender a unas voces en detrimento de otras.

Seguimos aferrándonos a esa imagen (individual y familiar) como lo más valioso para movernos por la vida con certezas. De alguna forma nos ubica en el mundo. Sin duda, en algún momento nos sirvió, pero esa confluencia con los introyectos familiares ahora es  más limitante que favorable para el despliegue de nuestra persona. En la familia puede ser interesante escuchar a las voces menos audibles. Esto puede suponer un pequeño desequilibrio en la vida conocida, como si se tambaleara un poco, y también da acceso a una riqueza mucho mayor en la propia historia, con quizá mayor comprensión de la misma.

En gestalt damos mucha importancia al percatarse en el aquí y en el ahora, siendo esa conciencia el "antídoto" para ese autoconcepto construido firme y sólido que queremos salvaguardar a toda costa. En terapia podemos atrevernos a mirar los recuerdos y la forma en que nos contamos nuestra vida y explorar si nos queremos escribir otro guión o explorar otro personaje.

2 comentarios:

  1. Ana, muy interesante lo que expones en tu blog. Es muy curioso cuando tu escuchas a algún familiar contar una anecdota que tú creías que había ocurrido de una forma y la itra persona lo recuerda diferente.Cada uno se fabrica una historia diferente, de un mismo hecho.

    ResponderEliminar