martes, 9 de abril de 2019

Pensamientos inspiradores... Fernando Pessoa I


A veces leo poesía y otras veces al leer otras cosas encuentro poesía. Una vez compré un pequeño libro de poemas con ánimo de acercarme expresa y deliberadamente a la poesía de Fernando Pessoa (Suave es vivir solo - traducción de Ángel Crespo).

Fue muy grato descubrimiento, hubo unos cuantos fragmentos que llamaron mucho mi atención y me gustaron con rotundidad.  Creo que fue éste el más significativo: 


A veces, en días de luz perfecta y exacta,
en que las cosas tienen cuanta realidad pueden tener,
me pregunto a mí mismo despacio
por qué siquiera atribuyo
belleza a las cosas.

¿Una flor tiene acaso belleza?
¿Tiene acaso belleza una fruta?
No: tienen color y forma
y existencia tan sólo.
La belleza es el nombre de algo que no existe,
que yo doy a las cosas a cambio del placer que me producen.
No significa nada.
Entonces, ¿por qué digo de las cosas: son bellas?
Sí, incluso hasta mí, que vivo solamente de vivir,
invisibles, vienen a hablarme las mentiras de los hombres ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil ser consecuente y no ser sino lo visible!



Hoy tenía ganas de releerlo y como no tenía el libro cerca he buscado en internet y he encontrado una versión distinta, de Pablo del Barco, que pongo aquí junto al original en portugués.

 
Esta lectura meses después a la inicial me ha cambiado la mirada hacia el poema que ya me gustó: lo que ha pasado es que hoy (y quizá en parte por la lectura con una traducción diferente) se me ha antojado muy gestáltico. Ojo, que no pretendo hacer yo ninguna apropiación indebida: ya sé que Pessoa no era afín a la terapia gestalt (murió antes de que dicha terapia naciera); a lo que me refiero es a que en estos versos encuentro plasmada la actitud básica de la terapia gestalt:  

responsabilidad ante lo que te das cuenta aquí y ahora.
(a veces es en la literatura relacionada con la terapia gestalt donde encuentro la poesía...)

Desgrano un poquito, aprovechando el discurso tal cual aparecía en mi cabeza que empezaba con estos versos:

La belleza es el nombre de algo que no existe
que yo doy a las cosas a cambio del placer que me producen.
A beleza é o nóme de qualquer coisa que nao existe
Que eu dou ás coisas em troca do agrado que me dao

¿Por qué estos versos? He aquí el motivo: un mecanismo neurótico llamado deflexión. Los mecanismos neuróticos los aprendemos y entrenamos desde la infancia y resultan muy "económicos" y adaptativos en nuestro proceso de socialización. En la vida adulta siguen resultando prácticos en algunas ocasiones, pero su automatismo deja escaso margen de maniobra para la expresión real y suponen una perturbación de la conciencia y de la autorregulación (se llaman también perturbaciones del contacto y la retirada); son formas de interrumpirse a una misma o uno mismo, pequeños y no tan pequeños auto-sabotajes, defensas que de tan entrenadas a veces ya no nos defienden sino que nos empequeñecen y dificultan nuestro propio conocimiento.

En particular, la deflexión fue definida por Miriam y Erving Polster como "una maniobra tendiente a soslayar el contacto directo con otra persona, un medio de enfriar el contacto real". Es como desvitalizar la experiencia presente y la expresión de la misma.

La deflexión, como otros mecanismos de defensa o neuróticos, tiene su vertiente adaptativa para salir de situaciones embarazosas o en la que una franca expresión emocional puede llevar a un conflicto para el que no se tienen recursos. Sin embargo, sucede también que nos acostumbramos a esta fórmula de comunicación "descafeinada", llena de palabras y con pocas miradas, frases hechas, referencias al pasado o expresiones muy abstractas...

¿Pero por qué la deflexión con estos versos? Porque nos acostumbramos tanto a expresarnos así que lo hacemos incluso con nosotros y nosotras: nombrar belleza al placer que se siente al contemplar algo es restar valor, hacer que deje de estar presente la propia reacción de placer, agrado, arrobamiento, entusiasmo o lo que quiera que sea que produzca contemplar esas flores, esas frutas.

Esta nueva lectura al poema llegó un día después de que yo me descubriera deflectando: escribí a una amiga diciendo que era muy bonita. Y luego vi que ese adjetivo es escaso para nombrar lo que a mí me pasa con ella: que me gusta conocerla y compartir tiempo y espacio con ella. Me reitero: la deflexión es útil en multitud de situaciones sociales. Sin embargo, podemos elegir en qué relaciones y ámbitos queremos ir con la verdad y la claridad en vez de escondernos en frases hechas, adjetivos llanos o circunloquios. Relaciones de confianza, seguras y de respeto son aquellas en las que podemos jugar un poco más a expresar y mostrarnos; de esos ricos terrenos se obtienen buenos cultivos.



¿Pero acaso esto es obligatorio? No, se trata de la propia responsabilidad no de algo impuesto por nadie. Enlazo de nuevo con esa "consigna" gestáltica: responsabilidad ante lo que te das cuenta aquí y ahora. Procuro explicarlo (explicarme)...



Atendiendo al aquí y al ahora (paseando un día cualquiera con el ánimo de estar presente y consciente a cada momento) puede ser que veas un cielo al atardecer, plagado de nubes y de colores que van desde el amarillo hasta el azul oscuro pasando por naranjas, rosas y morados. 
Además te das cuenta de que al contemplar esta imagen emerge una emoción: calidez, alegría, ganas de reir, de llorar o ambas, sensación de comunión con la Vida...
Ahora es el turno de la otra pata del taburete gestáltico: la terapia gestalt promueve que cada persona se responsabilice de sí misma en todo su rango de existencia: pensamientos, emociones y acciones. Y aquí llega el turno de ésta: ¿expresamos esta vivencia que estamos teniendo ante el paisaje? ¿preferimos reservarla en la intimidad? ¿nos atrevemos a dejarnos llevar por esta sensación y emoción que nos embriaga o le restaremos importancia (incluso cuando no hay nadie mirando, devaluándola de forma interna)? 

Sea cual sea la opción, será responsabilidad de quien está eligiendo. Decir "me siento feliz y afortunada de poder contemplar este cielo, siento calor en el pecho y ganas de reir, estoy maravillada" no es mejor que decir "en las vacaciones en la playa había cielos parecidos". No es que algo esté bien o esté mal o que una de las opciones sea obligatoria: una de las opciones expresa y la otra deflecta (enfría, desconecta, desvitaliza...)
A veces puede ser interesante dar un pasito más hacia la expresión y el compartir, en otras ocasiones quizá no lo sea tanto, o no haya ninguna gana de hacerlo, o el contexto no es de confianza... Sea como sea, será nuestra responsabilidad. Deflectar o entrar en contacto con la experiencia, también.





El hilo - discurso seguía después con el último verso... 
¡qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!
que dificil ser próprio e nao ver senao o visível!

Pero esto va a ser para otro artículo ¡que éste lo quiero colgar ya!












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