domingo, 11 de octubre de 2020

Interseccionalidad y adultocentrismo



Últimamente estoy tomando más conciencia y leyendo más acerca de la interseccionalidad como método de análisis de las experiencias humanas según los ejes de privilegios y opresión en los que se mueve la vida y las relaciones de poder.

Pensando en cómo se suele usar la opresión percibida en uno de los ejes para tomar conciencia del privilegio que tenemos en otro de los ejes (por ejemplo, yo como mujer blanca me ubico en la parte baja del esquema en el eje "androcentrismo" y en la parte alta en el eje "racismo". 

En varios de los ejes en ese esquema podemos desplazarnos a lo largo de la vida, como por ejemplo en el eje "capascitismo" o el de "políticas de la apariencia". En otros ejes la experiencia de vida es menos mutable. Y en uno de ellos, sí o sí, cambiamos: la discriminación por la edad.

La ancianidad en la opresión, la juventud en el privilegio. ¿Y antes? ¿Y esos años que pasamos siendo niñas, adolescentes? Ahí también hay opresión, poco espacio seguro para su participación, sus encuentros, su autonomía... Sus opiniones no sé escuchan como las de una persona con 30 años más. Sus cuerpos se vulneran con demasiada facilidad. Luego crecemos, estamos en el lugar privilegiado y de nuevo, pasados unos años, el declive y la discriminación de nuevo.

Me llama la atención la forma en que transitamos por este eje sin que eso nos haga tomar conciencia, como personas adultas de la opresión que somos capaces de hacer a quienes están en su infancia, adolescencia y vejez. Como decía al principio, a veces se recurre a la opresión que vivimos en un eje para tomar conciencia de la que ejercemos en otro.

Me parece una herramienta un poco escasa. No basta con vivirlo "igual pero en otro sentido" o con decir "imagínate que te lo hacen a ti". Ya nos lo hicieron y no nos vale para tratar mejor a las criaturas con que a día de hoy nos relacionamos.

Creo que es útil para comenzar una toma de conciencia, pero no suficiente para cambiar la forma de relacionarnos.

Creo que la clave, o una de ellas, es revisar nuestros privilegios como personas adultas y todas las formas en que ejercemos el poder.

Si no nos hacemos cargo del poder que tenemos no podemos elegir qué hacer con él. Y, eligiendo o no, lo estaremos poniendo en juego sí o sí.

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